Esta frase me ha desafiado recientemente y por ello abro esta ventana para comenzar a comunicarme con personas que no participan en mis seminarios pero que comparten posiblemente motivaciones sobre cómo hacer de las empresas de negocios o sociales un espacio de desarrollo para el planeta.
También me gustaría que intercambiáramos experiencias y preguntas poderosas sobre innovaciones en el conocimiento sobre cómo funcionamos los seres humanos, nuestra psique, nuestra relación con otros.
En este caos que nos sacude, en parte porque nos enteramos rápidamente de lo que sucede en cada esquina del globo, priman las malas noticias. Me gustaría focalizar este blog en lo que es posible, en las buenas noticias que arroja la ciencia, los exploradores que no tienen espacio en los diarios ni noticieros.
Y hoy quiero compartir una pequeña historia que cuenta Jodoroswski:
En un pueblo situado en la cara norte de una gran montaña de los Himalayas, los niños comenzaron a enfermar por la falta de sol. La montaña cubría siempre de sombra el pueblo y en invierno era difícil salir de paseo para tomar algunos rayos. Así que enterado un hombre mayor del diagnóstico del médico que enviaba el gobierno con poca frecuencia, decidió tomar una cucharita de porcelana y caminar hacia la montaña. A la salida del pueblo un joven le preguntó a donde iba. “Voy a mover la montaña”, dijo el viejo. “Pero si solo llevas una cucharita de porcelana”. El viejo respondió: “Alguien debe comenzar”.